lunes, 7 de enero de 2013

Baja realidad

Un sorbo más y se iría. Solo uno... bueno, tal vez dos. Pero, ¿quién dice dos dice tres, no?

Eran las cinco de la tarde y el caos se paseaba por la calle cual ninfa ante Homero. Se limaba las uñas con los dedos y escribía incoherencias en los gastados sobrecitos de azúcar.

Miró para atrás solamente para encontrarse nuevamente con la inquisidora mirada de Cortázar carcomiéndole el estómago. Y es que entre entendidos se entendían y él lo sabía. Podía llover, caer piedras y hasta los manifestantes podían impedir que los autos circularan tranquilamente por la Avenida de Mayo, pero esa imágen colganda en la pared siempre la esperaba con su lágrima jarrito en el quinto asiento detrás del mostrador (no no, latte expresso corazón).

Hechó una última mirada al paisaje de a su alrededor. Pintoresco. Cada mesa, una historia y cada historia, un cuento que no quiere ser contado.

El olor a granos de café recién molidos y vapor de agua saturaban los sentidos y dormían la mente. Todavía podía degustar ese picor entre las encías cuando lo único que quedaba en el fondo de la tazá era café en su estado puro. Maldita leche y su baja densidad. Lo odiaba pero la terquedad mata al orgullo y este se queda callado... si fuese un gato, hubiese muerto hace rato.

No aparecía. ¿Quién? Nadie. Y ese era el problema. La helada que perforaba los grandes ventanales de vidrio poco a poco atacaban sus pies enfriando ese arrebatado deseo de salir del trabajo quince minutos antes ¿Qué es lo que estaba haciendo? Ya no era una niña, nunca lo fue y ahora definitivamente no era el momento para ponerse a hacer estupideces Porque confundir París con Buenos Aires y pensar que el siglo XX es la nueva era de revoluciones es ser demasiado ingenua.

Y él seguía mirándola.... Maldita Buenos Aires y su incurable manía de derrochar héroes ante el mínimo acento europeo. ¿Quién lo mandó a ser el hada madrina de una Cenicienta que no buscaba esposo? "¿Sabés cual es el problema con el príncipe azúl nena?" Le repetía su madre después de preguntarle para cuando iba a ser abuela "Que se destiñe al segundo lavado" Si, tenía estándares muy elevados sobre que esperar en una relación y no tenía pensado en conformarse con lo que viniese cuando hay un sexy profesor de sociología que toca el violín esperándola en algun lugar (si, que toca el violín) ¿Altas expectativas? No. Baja realidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario